viernes, 22 de enero de 2010

Aprendiendo a aceptar mi pasado

Hace mucho que no escribo. Es cierto que he estado trabajando harto, pero no es el verdadero motivo. Como comenté antes, mi sicólogo me pidió que escribiera aquello que dolía, porque era necesario enfrentarlo para sanar. Después escribirlo estuve mal unos días, porque reviví esa época. Ahora que me siento más fuerte, creo que soy capaz de compartir (sin el nivel de detalles que pidió Gonzalo) mi experiencia.

Creo haber comentado antes que yo crecí con mi abuelita materna, ella vivía con nosotros. Mi abuelita era la persona que más me amaba en el mundo (o al menos yo lo sentía así). Peleábamos mucho (creo que porque nos parecíamos), pero yo sabía que sin importar lo que yo hiciera o dijese, ella siempre me iba a querer. Cuando tenía 16 años años mi abuelita (que tenía 86) se enfermó de una pulmonía, ingresó a un hospital y murió a la semana. Mi desolación fue inmensa. Pero además no podía expresarla. Mi mamá había quedado huérfana por segunda vez (a ella la crió su abuelita por diferentes circunstancias) y para mi papá también fue un golpe enorme. La primera vez en la vida que vi llorar a mi papá fue en el funeral de mi abuelita. Ni siquiera lo había visto llorar en el funeral de su mamá (mi otra abuela). Así que no quería ser una fuente más de preocupaciones para ellos.

Cuando mi abuelita murió, yo llevaba 4 meses pololeando. Mi en ese entonces pololo, R, era bastante machista y controlador, pero estaba enamorado de mí, y como yo no aceptaba tonteras, se aguantaba. Hasta que mi abuelita murió.

Creo que no hay forma de explicar, con palabras, la dimensión de la soledad que sientes, cuando una de las personas que son pilares de tu vida desaparece. Yo me sentía sola y desamparada. Necesitaba desesperadamente que alguien me quisiera, que alguien compensara el vacío de atención y afecto que dejaba mi abuelita. Y busqué eso en mi pololo. Lamentablemente, con eso el balance de poder cambió. Y con eso la relación.

No voy a dar detalles escabrosos. Dudo que sea necesario para algo más que mi terapia. Pero fui maltratada. Mucha gente pregunta:"maltrato físico o sicológico?" Si es físico, les aseguro que el sicológico viene en el combo: no puedes aislar tu mente de tu cuerpo.

¿Cómo nadie se dio cuenta? Basta con que las heridas no estén en un lugar visible. Además, yo era una niña modelo: buenas notas en el colegio, no tenía problemas con mi compañeros, no fumaba, ni tomaba, venía de una familia "bien constituida" (odio esa expresión ¬_¬), blablabla. No correspondía al estereotipo.

Lo más difícil de superar no es la rabia o el odio que le puedas tener a tu abusador. Lo realmente difícil es perdonarte a ti mismo (perdonarme a mí). No puedo dejar de pensar ¿cómo fui TAN ESTÚPIDA?¿Por qué no detuve esto a tiempo? Yo PODÍA detenerlo!!! La marca no está sólo por lo que él (o ella, el abuso no conoce sexo) te hizo. La marca más profunda viene de otras acciones: lo que tú (yo) hiciste por él. Sin importar lo pequeño que parezca. Yo sufro con las montañas rusas, incluso las más pequeñas. R me "obligó/pidió/ordenó/persuadió" para que me subiera con él al Boomerang (montaña rusa muy alta de Fantasilandia). Con la voz muy suave y amable. Como si fuera el gato con botas de Shrek(íbamos en grupo, con otros amigos). Lloré el minuto completo.

Desde que terminamos he intentado enterrar eso ¿cómo contarlo?¿cuándo?¿a quién? El peligro se fue, y yo volví poco a poco a ser fuerte. A sentirme "normal". Y sin embargo ahora descubro que esa herida nunca sanó por completo, y que ese dolor simplemente se irradió a otras partes de mi vida.

Es difícil superar esto. No enterrarlo, sino superarlo de verdad, hacer las paces conmigo y perdonar a la niña que fui. Pero voy a seguir intentándolo.

jueves, 14 de enero de 2010

El día después

El día después DE. Siempre hay uno. El día después del examen en ese ramo terrible, el día después de la prueba para entrar a la U, o el día después de tu primera cita con ESA persona que te quita el sueño. Sea bueno o malo aquello que esperábamos, el día después es ligeramente distinto. Normalmente te sientes cansado, pero un poco más libre. Y sin importar como hayan resultado las cosas, pese a que te hayan apaleado (tuve profes que lo hacían), sabes que lograste enfrentarlo y sabes que eres un poquito más fuerte.

Ayer le envié por escrito a Gonzalo mi trauma grande. Y hoy tuve mi primera sesión del tipo "ahora sí sabes TODO". Fue difícil. MUY difícil. Y aunque me siento triste (recordar con todos los detalles algo que duele no es fácil) sé que era necesario. Y que enfrentarlo es un pasito más en dirección a la normalidad. Me siento orgullosa de mí el día de hoy. Espero que quienes lean esto, puedan agarrar ánimo para hacer ESO (SIEMPRE hay un eso) que tienen pendiente y que saben tienen que hacer. ÁNIMO! Aunque tu gesto de valentía sea anónimo, TÚ lo vas a saber. Y eso es lo que importa. Un abrazo

sábado, 9 de enero de 2010

Hay que ser valiente como Arturo Prat

Así me decía mi mamá cuando tenía que hacer algo que no quería: probar un plato de comida nueva, meterme al mar (el agua estaba FRÍIIIIIA), levantarme temprano cuando salíamos de vacaciones (nos levantábamos a las 4), etc. Y eso me repito ahora, cuando intento hacer la tarea que me dio mi sicólogo: "Eso que pasó, escríbelo. Con detalles. Vamos a trabajar con el escrito".

No tengo forma de explicar lo DIFÍCIL que es esta tarea. Gonzalo (mi sicólogo) ya me obligó a enfrentar aquello que había olvidado a punta de negarlo. Ahora tengo que recordarlo por completo y escribirlo. Y no quiero. No quiero. Gonzalo dice que lo malo de la terapia es que resulta un proceso costoso. No sólo en dinero, sino en dolor. Enfrentarse a dolores pasados, a miedos antiguos es algo difícil. Muchos dejan la terapia por eso. Pero yo de verdad quiero mejorar. Así que tendré que ser valiente, como *Arturo Prat.


*Arturo Prat: http://es.wikipedia.org/wiki/Arturo_Prat

miércoles, 6 de enero de 2010

Llena de pega

Y por lo tanto incapaz de actualizar el blog. La otra semana espero poder escribir sobre el Año Nuevo. Saludos!